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Entrevista a los cuatro nuevos sacerdotes

Aún no se ha cumplido la quincena desde su ordenación sacerdotal y los cuatro neo-sacerdotes ya han celebrado sus Misas de Acción de Gracias en sus lugares de origen. Los cuatro rebosan alegría y manifiestan gozo pleno tras recibir el sacramento del Orden Sacerdotal. Tres de ellos se han formado en el Seminario Mayor “San Ildefonso”: Juan Pablo Calvo, Victor Manuel Gil e Ignacio López; mientras que otro, José Ignacio Orbe, procede de la Casa de Formación Sacerdotal “Sagrado Corazón” perteneciente a la Asociación Pública de Clérigos conocida con el nombre de Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sgdo. Corazón.

Ahora se disponen a recibir su primer destino pastoral mientras que desbordan ilusión para servir a las comunidades cristianas que les esperan en los próximos meses.

.- ¿Qué edad tenéis, cuál es vuestro lugar de origen y dónde habéis celebrado vuestra “Primera Misa?

Juan Pablo Calvo: 40 años, soy natural de Barcelona y he celebrado la Primera Misa en la parroquia Sta María del Remei.

Victor-Manuel Gil:  24 años, soy de Talavera de la Reina y mi Primera Misa ha sido en mi parroquia de Nuestra Señora del Pilar de esta ciudad.

Ignacio López: 24 años, soy natural de Consuegra donde he celebrado la Misa de Acción de Gracias: Parroquia de San Juan Bautista.

José Ignacio Orbe: 25 años, soy de Pamplona y he celebrado mi Primera Misa en Ujué (Navarra), un santuario de la Virgen, a la que tengo gran devoción.

.- ¿Cómo surge vuestra vocación sacerdotal?

Juan Pablo: Nací en una familia católica y desde siempre en casa hemos tenido la gracia de contar con ejemplos de fe y vida. La vocación sacerdotal no era para mi, ni mucho menos, un planteamiento de vida; es más, durante muchos años la vocación matrimonial era la llamada que yo sentía como proyecto de vida. Un amigo sacerdote me decía que solo los valientes cruzan la puerta de la plaza San Andrés, donde está el Seminario Mayor de Toledo, dejando todo y se pone a discernir si es una impresión personal o es real la llamada de Jesús.

Victor Manuel: Mi vocación sacerdotal surgió a una edad temprana cuando yo tenía doce años. Dios se sirvió del ejemplo de los sacerdotes de mi parroquia y del testimonio del seminarista de mi parroquia.

Ignacio López: Desde niño comencé como monaguillo en mi parroquia y a los 12 años ingresé en el Seminario Menor de Toledo. Podríamos decir que allí surgió.

J. Ignacio Orbe: De una familia en la que gracias a Dios he tenido muy buenos ejemplos,y de los sacerdotes de la Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Dios llama a quien quiere y en mi caso lo ha hecho a través de estas mediaciones.

Juan Pablo Calvo

.- ¿Cómo habéis vivido vuestros años de formación en el Seminario?

Juan Pablo: Me gustaría resaltar el trato con Jesús Eucaristía junto con el estudio, el silencio y el orden de vida que propone el horario diario de la vida del Seminario.

Victor Manuel: Los he vivido como años muy intensos de estar a solas con el Señor y aprender de él para luego ser enviado a predicar.

Ignacio López: Sobre todo como un tiempo de discernimiento, de conocer  Dios y conocerme a mi mismo

J. Ignacio Orbe: Como en Nazareth. En el día a día, viviendo con la Virgen y el Señor, procurando aprender de san José a tratarlos con cercanía y respeto. Bueno, al menos he intentado vivirlo así…

.- ¿Cuáles son los aspectos a resaltar de vuestros primeros días de ministerio sacerdotal?

Juan Pablo: Solo puedo estar agradecido y alegre por el don de ser escogido por Dios para llevar al mundo su amor y su misericordia. En los ejercicios espirituales que realizamos antes de la Ordenación miraba mis manos que iban a ser ungidas por el crisma y contemplaba cómo Dios se iba a hacer presente a través de ellas.

Victor Manuel: Ser otros Cristos en medio del mundo, cuidando la vida de oración y de sacramentos, especialmente el de la eucaristía y la confesión.

Ignacio López: Evidentemente ha sido un regalo para mí, pero necesariamente la gracia salpica y ha sido un gran regalo para mi familia, amigos y parroquia.

J. Ignacio Orbe: ¿Hay algo más grande que poder celebrar la Misa? ¿Más impresionante que ser instrumento para el perdón de los pecados? Están siendo días de muchas gracias de Dios; va hacer falta tiempo para asimilar tanta Misericordia

Victor Manuel Gil

.- ¿Cómo vivisteis vuestra ordenación sacerdotal el pasado 2 de Julio?

Juan Pablo: Con admiración porque pensaba que Dios se iba a hacer presente a través mis manos: bautizando, enterrando, bendiciendo y sobre todo pensar cómo la humildad de todo un Dios omnipotente que se iba a hacer presente en cada Eucaristía en cuerpo, alma y divinidad por mis manos. ¡Qué magnificas son las obras de nuestro Dios!

Victor Manuel: Como un día muy especial donde Cristo me tomó por entero y me configuró consigo para siempre.

Ignacio López: Fue una jornada gozosa que el Señor me concedió vivir con tranquilidad y confianza arropado por la diócesis y su presbiterio

J. Ignacio Orbe: Intensamente, con mucho gozo en el alma. Por fin llegó el día de darse por entero al Señor como sacerdote suyo. Cuando don Braulio me impuso las manos sólo me vino esta palabra a la mente: “Totus tuus”.

.- ¿Qué aspectos de la homilía del Sr. Arzobispo, en el día de vuestra Ordenación Sacerdotal, os ha parecido más importantes para vuestro futuro ministerio?

Juan Pablo: Me gustó mucho, de la homilía, cómo nos recordaba que Cristo se ha apoderado de nuestra vida y la continúa en la suya, en la oblación al Padre y servicio a los hermanos de nuestra propia existencia. Ser sacerdote para la salvación de las almas.

Victor Manuel: Don Braulio nos invitó a configurarnos con Cristo sacerdote, a no avergonzarnos nunca del evangelio y a tratar al mundo con las mismas entrañas de misericordia de Cristo.

Ignacio López: Tres ideas se me quedaron grabadas, necesarias para este nuevo ministerio: enseñar con paciencia, presidir con humildad y celebrar en nombre de Cristo, cabeza de la Iglesia.

J. Ignacio Orbe: Recuerdo que en un momento, don Braulio, dijo que el sacerdocio es un misterio de amor. ¡Y cuanta razón tiene!

Ignacio López

.- ¿Qué significa para tí ser sacerdote?

Juan Pablo: Significa ser enviado al Pueblo de Dios.

Victor Manuel: Participar del único sacerdocio y ofrecerme con Cristo al Padre por la salvación del mundo.

Ignacio López: Podría definirlo con la frase que quise grabar en mi cáliz: “Sacerdote, al servicio de Dios y de los hombres”.

J. Ignacio Orbe: Ser reflejo de Cristo ¡nada menos! pero no por mis cualidades sino porque Él lo ha querido así; para llevar los hombres a Dios y Dios a los hombres.

.- ¿Qué esperáis de vuestro primer destino pastoral?

Juan Pablo: Solo puedo desear, para el buen ejercicio y la santificación personal y del trozo de mies, que no se haga mi voluntad sino la suya; para que las almas que me serán encomendadas lleguen al conocimiento de la Verdad y un día podamos cantar las alabanzas celestes.

Victor Manuel: Espero aprender a vivir mi sacerdocio en servicio a la Iglesia y por el bien de las almas.

Ignacio López: Que pueda estar a la altura de lo que se me exige, sabiendo que no soy enviado por el obispo a ser servido, sino a servir. Que la gente pueda recibir de mí lo que realmente necesita: a Cristo.

J. Ignacio Orbe: Poder aprender mucho; es verdad que del Seminario sale uno muy formado, pero hace falta aprender a vivir como sacerdote en el día a día. Para eso, supongo yo, es de mucha ayuda tener cerca sacerdotes más experimentados  que tú.

Ignacio Orbe

.- ¿Qué mensaje queréis transmitir a los jóvenes?

Juan Pablo: Aprovecho para animar, con entusiasmo, a todos los que siguen rezando por tantos y tantos jóvenes que tienen los oídos cerrados a la llamada de Dios para ser sus amigos. Siempre he creído que no hay crisis de llamada sino crisis de respuesta.

Victor Manuel: Que no tengan miedo de responder con generosidad a la llamada de Dios y de dar testimonio del Evangelio en medio del mundo.

Ignacio López: Que la vida es demasiado valiosa como para guardarla o desperdiciarla en pequeñeces; lo que mejor podemos hacer es entregarla.

J. Ignacio Orbe: ¿Y si Dios te quiere a ti? Pregúntate con sinceridad. Y si realmente es que sí, no tengas miedo; María te ayudará a seguir este camino.

 

 

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