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Arzobispo de Toledo en la solemnidad de la Inmaculada: “No entenderíamos la obra de Dios, si opusiéramos el Hijo de Dios a su Madre.”

Mons. Braulio Rodríguez Plaza ha celebrado la solemne Misa de la Inmaculada en la Catedral Primada. Ha sido a las 12 de la mañana y han concelebrado el Sr. Obispo Auxiliar, Mons. Ángel Fernández Collado, junto con el Sr. Obispo Emérito de Segovia, Mons. Ángel Rubio Castro. También han participado en la solemne concelebración los miembros del Cabildo Primado junto con un nutrido grupo de sacerdotes de la ciudad de Toledo.

Durante su homilía el Primado ha querido introducir el misterio de la Inmaculada Concepción: ” La relación de Dios con el mundo, efectivamente, se expresa con la palabra crear. No significa transformar aquello que ya existe, sino producir algo de la nada, desde un vacío. Dios muestra su poder en esta acción creadora. Si se dice de nosotros, hombres y mujeres, que somos creados de la “nada”, esto significa que no somos Dios, sin duda, pero no se afirma con ello que nuestro origen sea la nada y la indeterminación indiferente, sino que es precisamente Dios, que nos ha creado por amor. Hace falta, pues, en nosotros que nos dejemos de algún modo crear, como María. Hablemos de esta creación/concepción de María. Fue inmaculada. ¿Qué quiere decir esto? Que lo recibe todo de Dios y que se deja crear.”

 

Plenitud de la Gracia en María

El Arzobispo de Toledo ha querido resaltar la plenitud de la gracia recibida por María, la Madre de Dios: “Con la gracia, el ser humano participa en la acción de Dios omnipresente y omnipotente. Quiere esto decir que, si admitimos que la joven Virgen de Nazaret recibió la plenitud de la gracia (es la llena de gracia), debemos también admitir que encontramos actividad de Nuestra Señora dondequiera que Dios trabaja: en la Iglesia, en los sacramentos, en las oraciones, en las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, en las vocaciones al matrimonio y, en general, en cualquier lugar donde recibimos un don del Padre de las luces. Claro, si Dios trabaja en la naturaleza, en el viento, en las maravillas de la providencia, ¿no va a trabajar en un alma creada a su imagen y semejanza y plenamente dispuesta a dejarse guiar por Él como María?

 

La unión entre María y Cristo

Don Braulio ha querido resaltar: “Algunos puristas nos dicen que menos hablar de María y más de Cristo, o que el sacrificio de la Misa, la cruz y el sagrario tienen que tener un puesto más importante que las imágenes de la Virgen. ¿Quién lo duda? Pero, ¿significa esto que hay que ser unos iconoclastas de María? No entenderíamos la obra de Dios, si opusiéramos el Hijo de Dios a su Madre. Hace ya muchos años que el Papa Pío XII trató de reconciliar estas aparentes dificultades (encíclica Ad coeli reginam). No sé si lo consiguió, pues aparece el problema de cuando en cuando. Hablaba le Papa de la introducción de una nueva fiesta de la Virgen, María reina del cielo, y de la consagración del mundo al corazón de la Virgen María. Y afirma: todas estas devociones marianas perderían eficacia si no hiciésemos el esfuerzo de imitar las virtudes de María, si no buscásemos la justicia, si no cultivásemos la castidad. La mejor devoción mariana es vivir una verdadera vida cristiana, en la que Dios hace y hacemos nosotros.”

 

Llena de Gracia y cercanía con la humanidad

Don Braulio también ha querido subrayar la cercanía de María Inmaculada con la humanidad: “La llena de gracia, la concepción inmaculada son ciertamente privilegios personales de María, pero no la separan de los demás hombres y mujeres. Al contrario, la unen íntimamente con ellos, de modo que verdaderamente podamos llamarla madre nuestra, madre de la gracia. Lo que necesitamos es creernos que Dios puede hacer en nosotros obras grandes, maravillas, porque somos “capaces de Dios” y Él se ha mostrado capaz de amarnos y llenarnos.

 

Palabras de José Luis Martín Descalzo

Mons. Rodríguez Plaza ha concluido sus palabras citando un texto del sacerdote y periodista Jose Luis Martín Descalzo dirigidas a la Virgen María: “Gracias porque supiste ser la más maternal de las vírgenes, la más virginal de las madres. // Gracias porque entendiste la maternidad // como un servicio a la vida ¡Y qué Vida! // Gracias porque entendiste la virginidad // como una entrega ¡y qué entrega! // Gracias por ser alegre en un tiempo de tristes, // por ser valiente en un tiempo de cobardes. //Gracias por atreverte a ir embarazada hasta Belén, // gracias por dar a luz donde cualquier otra mujer// se hubiera avergonzado… (Gracias) por ser entre los hombres y mujeres todos de la tierra // la que más se ha parecido a tu Hijo, // la que más cerca ha estado y está aún de Dios“. (J. L. Martín Descalzo, Razones, p. 1074-75)

 

Para leer el texto completo de la homilía: pinchar aquí.

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