EPISCOPOLOGIO: Arzobispo don Enrique Reig y Casanova (1922-1927)


Imagen de Arzobispo don Enrique Reig y Casanova

El cardenal y arzobispo de Toledo don Enrique Reig y Casanova nació en Valencia el 20 de enero de 1859, en el seno de una familia procedente de Agullent.

Realizados los primeros estudios, se incorpora al Instituto de Játiva, donde cursa el Bachillerato. Posteriormente, ingresó en el Seminario Conciliar Central de Valencia, donde obtuvo por oposición una beca en el Colegio Mayor de la Presentación y Santo Tomás de Villanueva, circunstancia que aprovechó para hacer, al mismo tiempo que la carrera eclesiástica, los estudios de Derecho Civil en la cercana Universidad. Terminados estos estudios, abandona el Seminario y su meta de alcanzar la ordenación sacerdotal y comienza a ejercer civilmente como abogado. Contrae matrimonio, fruto del cual nace una niña. Inesperadamente, a causa de una epidemia de cólera, fallecen la esposa y la hija, en 1885. En esta situación vital, repiensa su vocación y decide ofrecerse para ser ordenado presbítero. Es acogido en la diócesis de Almería por el obispo don José María Orberá Carrión, antiguo alumno del Colegio de la Presentación, en Valencia, quien le confiere el Orden sacerdotal en 1886 y le nombra profesor de historia eclesiástica del Seminario almeriense.

Años más tarde fue llamado por el obispo de Mallorca, don Jacinto María Cervera, que también había sido alumno del mencionado Colegio valenciano y le nombró secretario de cámara y gobierno del obispado, y más tarde provisor y vicario general de la diócesis, en cuya Catedral alcanzó por oposición, en 1896, la titularidad de una canonjía. El cardenal don Ciriaco María Sancha y Hervás, arzobispo primado entonces, decidió llevárselo a Toledo en 1900 como profesor de Sociología en el Seminario Mayor, y además lo nombró arcediano de la Catedral Primada en 1903. Ejerció estos cargos hasta que en 1904 fue nombrado Auditor del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica de Madrid. En Toledo comenzó a darse a conocer por su actividad en el campo social a través de la prensa y del movimiento obrero católico. Fue director del periódico Paz Social y de la Unión Apostólica del Clero español, cuya primera asamblea nacional organizó y presidió. Fue Rector de la Universidad Católica de Madrid, alma de la Revista Parroquial, que él mismo fundó y dirigió para recoger fondos con destino a los párrocos rurales, asesor de la Casa de Sindicatos Obreros de Madrid y profesor de la Escuela Superior de Magisterio.

Años después, en 1924, ya como arzobispo de Toledo, puso en marcha la revista infantil Titirimundi, “guía de la niñez y juventud sanas”. El 28 de mayo de 1914 el papa san Pío X lo nombra obispo de Barcelona, recibiendo la Consagración episcopal en la Basílica de la Milagrosa, en Madrid, el 8 de noviembre de este año, de manos del Nuncio Mons. Francesco Ragonesi, ayudado por José María Salvador y Barrera, obispo de Madrid y por Jaime Cardona y Tur, obispo titular de Sion y Vicario General Castrense. En Barcelona realizó una gran labor pastoral centrada fundamentalmente en iniciativas de carácter espiritual: organizó el Congreso Litúrgico Regional de Montserrat, fundó la parroquia de San José Oriol, inauguró el Museo Arqueológico Diocesano, celebró misiones populares, que fueron uno de los actos religiosos de mayor importancia celebrados en la Ciudad Condal, y el VII centenario de la Orden de la Merced. También impulsó las obras de carácter benéfico y social. Desaparecida la Acción Social Popular, fundó para sustituirla la Acción Popular, que todavía durante su pontificado adquirió notable auge, y comenzó a organizar la Acción Católica, consiguiendo la adhesión a ella de una numerosa militancia cristiana. Celebró un Sínodo Diocesano en 1919.

A pesar de su intensa y fecunda labor pastoral y de que supo rodearse de buenos colaboradores del clero local, no fue aceptado por algunos sectores radicales, propensos al nacionalismo catalán exacerbado, que obstaculizaron algunas de sus iniciativas. Por ello fue trasladado al arzobispado de Valencia el 22 de abril de 1920, donde dejó excelentes recuerdos como la coronación canónica de la sagrada imagen de la Virgen de los Desamparados, que tuvo lugar el 12 de mayo 1923; la renovación espiritual e intelectual del clero secular y regular y la celebración en 1921 de un concurso general para la provisión de parroquias. Fue también muy sensible a los problemas sociales y promovió los sindicatos confesionales, los círculos obreros y las cooperativas agrícolas, que en Valencia tenían una larga tradición, iniciada en el último tercio del siglo XIX, gracias a la labor del jesuita castellonense P. Antonio Vicent y de varios seglares que colaboraron con él. Fueron éstos años muy difíciles para la promoción de la pastoral obrera, por la lucha abierta que contra ellos promovieron los sindicatos de ideología marxista, dirigidos por los socialistas y comunistas. Tozudamente don Enrique Reig defendió la doctrina social de la Iglesia según los principios establecidos por León XIII en la encíclica Rerum Novarum (1891). Y para afianzar y consolidar las organizaciones sindicales diocesanas celebró en 1923 una Asamblea Sacerdotal de consiliarios y directores de obras sociales. En dicha asamblea impartió normas claras y precisas y estableció las bases en las que deberían apoyarse tales obras sociales.

Para esta tarea contó con la colaboración de varios sacerdotes diocesanos, que llevaban ya mucho tiempo entregados a la promoción de los obreros. Practicó la Visita Pastoral a varios arciprestazgos, aunque no pudo visitarlos todos ellos, como deseaba, debido a su pronto traslado a la sede primada de Toledo. También celebró concurso a curatos; promovió la predicación sagrada insistiendo a los párrocos en la obligación que tenían de hacerlo los domingos y días festivos; y cuidó con esmero el culto litúrgico y el canto sagrado en las iglesias.

El 11 de diciembre de 1922, el papa Pío XI lo nombra cardenal de la Iglesia Católica con el título presbiteral de San Pedro in Montorio y, tres días más tarde, el 14 de diciembre, lo trasladó a Toledo como Arzobispo Primado, tras una compleja negociación con el Gobierno, que pretendía trasladar a la sede primada al cardenal Benlloch, arzobispo de Burgos. Su entrada solemne en la ciudad se realizó el 24 de junio de 1923. En Toledo elaboró el Reglamento del Seminario y Universidad Pontificia; en 1924 acudió al Congreso Eucarístico Internacional de Ámsterdam y, en 1926, al de Chicago; instauró la Unión Apostólica Sacerdotal para contrarrestar las opiniones de la prensa y enseñanza laicas y creó la Junta Nacional de Prensa Católica; creó el Seminario Menor de Santo Tomás de Villanueva; promovió una Asamblea Eucarística en Guadalajara y realizó otras en Talavera y Ocaña, preparatorias del gran Congreso Eucarístico de Toledo; aprobó los estatutos para el Cabildo catedralicio toledano y fomentó el culto a la Virgen del Sagrario, en cuya capilla pidió ser enterrado.

Como cardenal Primado promovió la organización del episcopado a través de las Conferencias de Metropolitanos, que se reunieron con periodicidad semestral bajo su presidencia, y puso en marcha las estructuras de la naciente Acción Católica Española, según las directrices marcadas por el papa Pío XI. Durante la dictadura de don Miguel Primo de Rivera fue presidente de la Junta Delegada de Asuntos Eclesiásticos, encargada de cubrir las prebendas catedralicias y de escoger a los candidatos al episcopado, y gracias a él pudieron ser nombrados obispos algunos sacerdotes catalanes de prestigio, como el futuro cardenal don Isidro Gomá y Tomás, a quienes el Gobierno ponía dificultades por considerarlos separatistas. El papa Pío XI le encomendó que mediara en la polémica abierta entre la Nunciatura y el Gobierno con el fin de dotar a las diócesis catalanas de obispos autóctonos en aquella región española, pero sus gestiones no dieron los resultados esperados debido a la intransigencia de las autoridades gubernamentales.

En el año 1926 su salud comenzó a resentirse de una forma alarmante y fue ingresado temporalmente en el Hospital de Ciempozuelos. Habiendo regresado a Toledo, y tras unos meses de dolorosa enfermedad, falleció el 25 de junio de 1927, siendo enterrado en la Capilla de la Virgen del Sagrario en la Catedral Primada.

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