Noticias


Los delegados de Familia y Vida recuerdan a los últimos Pontífices: “Tres papas, una sola fe”

Archidiócesis de Toledo / José Mínguez y Rosario Palomino

El tándem José Mínguez y Rosario Palomino dirige la delegación diocesana de Familia y Vida. Este matrimonio, perteneciente a la parroquia de Consuegra, acompaña, desde este curso pastoral, a las familias y a los futuros esposos, de la Archidiócesis.

Desde su propia vivencia familiar y como acompañantes de tantas familias invitan a la lectura de una reflexión sobre la pastoral familiar de los últimos papas.

 

Tres papas, una sola fe: el testimonio de una vida marcada por San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco

Desde que tenemos uso de razón, hemos sido testigos del pontificado de tres papas que han marcado profundamente nuestra vida y nuestra fe: san Juan Pablo II, Benedicto XVI y el papa Francisco. Cada uno con su carisma, palabra y testimonio, han sostenido los pilares que configuran nuestro camino cristiano: la piedad, la formación y la acción.

San Juan Pablo II: el impacto de una mirada

Nuestra adolescencia y juventud estuvieron profundamente marcadas por San Juan Pablo II. Aún guardamos con nitidez el recuerdo de su mirada durante las Jornadas Mundiales de la Juventud, cuando el papamóvil pasaba ante la multitud. Era como si, entre miles, sus ojos se detuvieran en cada uno de nosotros. Una emoción difícil de describir: te envolvía, te sentías visto, valorado, abrazado… Su presencia era tan poderosa como cercana y, esa experiencia, sembró en nosotros un deseo profundo de vivir la fe con sentido y compromiso.

Benedicto XVI: claridad intelectual y compromiso con los jóvenes

El encuentro personal que vivimos con Benedicto XVI fue en su residencia de verano en Castel Gandolfo en el año 2006. Fue otro momento que marcó nuestro camino espiritual. En aquel breve pero intenso intercambio, compartió su preocupación por la creciente secularización en España y nos animó a no desfallecer en el trabajo pastoral con los jóvenes. “Vale la pena todo esfuerzo para motivar el encuentro del joven con el Señor”, nos dijo. Su claridad doctrinal y su humildad silenciosa, nos dejaron una huella profunda de sabiduría y entrega.

Francisco: la cercanía del pastor que sabe hablar al corazón

Aunque no hemos tenido la oportunidad de verlo en persona, el papa Francisco ha entrado en nuestra vida con una fuerza arrolladora gracias a su lenguaje directo, metafórico, vibrante y sencillo. Ha sabido traducir el mensaje eterno del Evangelio en palabras y gestos comprensibles para el mundo de hoy. Su estilo pastoral ha roto moldes, haciéndose cercano, comprensivo y profundamente humano.

Expresiones suyas como “Hagan lío”, “La Iglesia es un hospital de campaña”, “Pastores con olor a oveja” o su crítica a los “cristianos de salón”, son faros que iluminan el camino de una Iglesia viva, comprometida con la realidad y centrada en la misericordia. No se trata solo de frases, sino de una espiritualidad encarnada que interpela e inspira.

Una Iglesia que abraza, no que excluye

Desde el inicio de su pontificado, Francisco ha promovido una Iglesia inclusiva, misericordiosa y defensora de toda vida: la de los más vulnerables, los pobres, los no nacidos, los migrantes, los descartados. Frente a una sociedad herida por la indiferencia, ha levantado la bandera de la fraternidad, la solidaridad, el perdón y la esperanza, construyendo puentes donde antes solo había muros.

La familia: cuna del amor y de la fe

Uno de los ejes centrales de su pontificado ha sido la defensa y el acompañamiento de la familia. En su exhortación apostólica Amoris Laetitia, Francisco nos recuerda que no existen familias perfectas, pero que todas son lugares sagrados donde se vive la santidad cotidiana. El papa invita a mirar nuestras casas como espacios de gracia, tejidos de pequeños gestos que transforman el mundo.

Sus palabras resuenan con una ternura especial:
“La familia es una escuela de humanidad”; “La familia es una fábrica de esperanza”; “El hogar es el lugar donde se aprende a caminar, a hablar, a amar, a pedir perdón”; “La familia es un faro en medio de la tormenta”; “El matrimonio es un trabajo de orfebrería”.

Francisco no idealiza, pero sí eleva. Reconoce las heridas, las crisis, las imperfecciones y, desde ahí, construye un mensaje realista y esperanzador. Nos recuerda que el hogar es el primer taller donde se aprende a amar, a creer, a esperar. Y que en cada gesto de amor humilde y sincero, Cristo mismo vuelve a nacer en medio del mundo.

Una gratitud sin preferencias

Al mirar atrás, solo podemos dar gracias al Señor. No tenemos preferencias. Cada uno de estos tres papas ha sido un faro en nuestra vida, un referente espiritual insustituible. De San Juan Pablo II aprendimos la fuerza de la entrega, de Benedicto XVI la profundidad de la verdad y, de Francisco, la belleza de la cercanía. Los tres, grandes pastores. Los tres, testigos del amor de Dios. Los tres, ilustres en nuestro corazón.

Que nunca se apague la llama de la esperanza en nuestras familias, y que podamos repetir cada día, con gratitud y fe, las palabras del papa Francisco: “La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia”.

 

Pin It
Cáritas Toledo
Delegación de Familia y Vida
Delegación de Apostolado Seglar
Delegación de Catequesis