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Ángel Tello: “Me satisface ver el rostro de esperanza de las madres cuando les ofrecemos ayuda en su embarazo”

La parroquia de San Juan de la Cruz cuenta, desde hace unos años, con un proyecto parroquial en defensa de la Vida. Se trata del proyecto de ayuda a la infancia y a la vida “Que sus ojos vean la luz”.

Con motivo de la Jornada por la Vida que se celebra hoy, 25 de marzo, el párroco y pionero de este proyecto, Ángel-Justino Tello Santos (Madrid, 1981) explica con detalle cómo surge esta genuina puesta en práctica de una “Iglesia en Salida”.

 

Pregunta: ¿Cómo nace este proyecto parroquial y qué llevó a la parroquia a embarcarse en un trabajo de esta índole?

Respuesta: El proyecto nace en marzo de 2015 ante una crecida conciencia de que defender la vida no consiste sólo en decirlo sino en realizar acciones concretas.
Era un modo de encauzar la caridad en la parroquia, un pilar fundamental de toda comunidad cristiana, atendiendo a estas personas tan vulnerables, tan abandonadas por la legislación vigente y tan poco reconocidas socialmente.

Todo empezó con un grupo de laicos que, junto a mí, fueron ideando y concretando los pasos a seguir para que este proyecto se hiciera realidad: buscar casa en alquiler, elaborar el protocolo de atención, formación de los voluntarios, como solventar los problemas que van surgiendo, etc.

 

P: ¿Quién coordina y dirige esta actividad pastoral?

R: El equipo responsable está formado por seis personas, dos madrinas, dos educadoras, una provisora y un servidor. Además, para atenciones más especializadas, contamos con la colaboración de otras entidades a nivel diocesano.

 

El sacerdote Ángel Tello junto a las colaboradoras del proyecto parroquial y una mamá atendida

 

P: ¿Cuál fue la causa que interpela a la parroquia a plantearse este trabajo y atención en favor de la vida?

R: Nuestro propósito es responder a una necesidad imperiosa: defender la vida apoyando a mujeres que se encuentran solas, en riesgo de aborto y de exclusión social. Desde el principio lo denominamos “Que sus ojos vean la luz” porque nuestra esperanza es que, tanto el bebé como su mamá, disfruten de la luz en el mundo y de Cristo como Luz.

Es necesario que la Iglesia esté presente allí donde la debilidad y la pequeñez son realidad. ¡Y qué mayor debilidad que la de un bebé que no tiene voz! Queremos ser la voz de estos pequeños que gritan: ¡Quiero vivir!

 

P: ¿Cómo sale adelante este proyecto y cuál es el modo de colaborar?

R: El proyecto sale adelante con la oración de muchos, la colaboración de no pocos bienhechores y la disponibilidad de un grupo de voluntarios. Es importante que todos, poco a poco, tomemos conciencia de la necesidad de colaborar con “Que sus ojos vean la luz”.

El Proyecto no recibe ayuda de entidades públicas. Se mantiene únicamente con las aportaciones de los bienhechores y alguna ayuda que puntualmente nos ha ofrecido alguna entidad privada.

 

 

P: ¿Cuántos casos han atendido y cómo llegan los casos a vuestra parroquia?

R: Hemos acogido a más de 10 mujeres y a sus bebés. Otras familias son atendidas externamente por estar en una situación más favorable. La casa tiene tres habitaciones y por tanto solo podemos acoger a tres mamás con sus bebés, pero el proyecto es más amplio y cuando surgen necesidades también las atendemos.

Los casos llegan por los rescatadores en las puertas de las clínicas abortistas o por Cáritas Diocesana a través de proyecto “Mater”. Igualmente llegan casos a través de conocidos y amigos de la comunidad parroquial.

 

P: ¿Alguna anécdota que pueda compartir de los logros obtenidos?

R: Una de la primeras mamás, de nombre Tracy, llegó a nosotros en un estado lamentable. Había vivido en un orfanato hasta los 18 años, después trabajó un tiempo en condiciones infrahumanas. Se quedó embarazada y cuando la conocimos la acogimos en el hogar. Estaba sola; no tenía a nadie, pero nos dijo que sus hermanos vivían dispersos por toda Europa. Logramos contactar con su hermana mayor que vive en París y le hablamos de su hermana y que deseábamos que se reconciliaran para que Tracy recibiera apoyo. Y así fue. Su hermana vino desde París a por ella y a los pocos meses nació Clara, su hija. Ahora estamos a la espera  que nos llame para bautizarla en nuestra Iglesia parroquial. Será un día muy gozoso para todos.

 

P:  ¿Qué es lo que más le satisface de este proyecto y qué es lo que más le produce miedo?

R: Lo que más me satisface del proyecto es ver el rostro de alegría y de esperanza que tiene cada mamá cuando le ofrecemos toda nuestra ayuda. Es como si les cambiara la vida. Además no ofrecemos solo ayuda “material” o “profesional” sino la ayuda del amor porque toda la parroquia es conocedora del proyecto. Las mamás que vienen a la parroquia forman parte de nuestra familia.

El miedo, a veces, denota falta de confianza en el Señor; pero si tuviera que decir algo que me produce miedo es que alguna mamá aborte por no encontrar la ayuda que necesita en ese preciso momento.

 

P:  ¿Su mensaje para los cristianos en esta Jornada por la Vida?

R: Las madres en situación vulnerable necesitan una oración, una mano amiga, un abrazo, una sonrisa y después vendrá todo lo demás.
Los bebés necesitan ver la luz de este mundo y saber que hay esperanza, que la vida es bella, que entre todos podemos hacer un mundo mejor, más humano, más evangélico.

Todos necesitamos conservar la ternura, restaurar la inocencia, recuperar la alegría verdadera. Tomar a uno de los bebés en los brazos te ofrece todo esto con creces. Y si con las aguas bautismales Dios los hace sus hijitos, la alegría se multiplica.

 

P: ¿Una frase-titular que resuma el trabajo provida de su parroquia?

R: Sé la voz de los que no tienen voz. ¡Defiende la vida!

 

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