D. Miguel Garrigós, vicario episcopal para la evangelización, recuerda el magisterio del Papa Francisco y su influencia en el trabajo pastoral que él mismo ha llevado a cabo en estos últimos años. A continuación, su artículo, tras el fallecimiento del Santo Padre.
Escribo estas letras después del fallecimiento del Santo Padre Francisco, con gratitud al Señor por su pontificado y con gratitud por haber aprendido, en nuestra Archidiócesis de Toledo, el amor inquebrantable a la Iglesia y al Sucesor de Pedro.
Subrayo algunos elementos que creo que han sido especialmente luminosos para la Iglesia en el ámbito de la evangelización y en el ámbito de la pastoral familia.
En el apartado de evangelización ha sido muy importante la exhortación apostólica Evangelii Gaudium. En esta exhortación el Papa planteaba las líneas programáticas de su pontificado, insistiendo en el concepto de “Iglesia en salida” que tantas veces repetiría después. También en esta exhortación ahondaba en la importancia de acercarse a las periferias, tanto materiales como existenciales. Reconozco que estas ideas me han marcado profundamente en mi ministerio sacerdotal. En esta misma exhortación él decía esa frase que en tantas ocasiones repetiría: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EG 49). Creo que él ha vivido en primera persona esta idea, buscando incansablemente a los que aún no estaban en el seno de la Iglesia.
En cuanto a la pastoral familiar, hay que subrayar los dos sínodos dedicados a la familia y la exhortación apostólica Amoris Laetitia, así como los Encuentros Mundiales de las Familias. La lectura de Amoris Laetitia fue una confirmación de muchas de las intuiciones que estábamos llevando a cabo en la delegación de familia de la Archidiócesis de Toledo, especialmente en lo referido a la evangelización de las familias, a la preparación al matrimonio, al acompañamiento de los primeros años de matrimonio y al acompañamiento de las personas separadas.
Las mujeres del grupo Santa Teresa sintieron una profunda emoción al leer esta exhortación y se animaron a escribirle una carta al Papa, que le entregó en mano D. Braulio, el arzobispo emérito. La gran sorpresa vino cuando un mes después recibieron una carta escrita por el mismo Papa Francisco en la que les invitaba a ir a visitarle en la fecha que a ellas les conviniera.
El encuentro tuvo lugar en la tarde del 26 de junio de 2017 y supuso un recuerdo imborrable para todos los que tuvimos la suerte de participar. Nos reunimos a puerta cerrada con el Papa Francisco durante una hora y media. Estando tan cerca de él pudimos comprobar lo que habíamos oído que otros decían: su sencillez, su cercanía, su escucha, su acogida, su sentido del humor. Se produjo un diálogo de corazón a corazón entre el Papa y este grupo de mujeres, valientes y luchadoras, que habían encontrado en la Iglesia una respuesta a su dolor y ahora veían en el Papa a un padre que les acogía y abrazaba.
Ya al final de su vida nos regaló la encíclica Dilexit Nos, que es una auténtica joya, como la luz que interpreta todo su magisterio. En esta encíclica nos muestra la actualidad de la espiritualidad del Corazón de Jesús, enraizada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia.
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