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Don Francisco Cerro: “Es un regalo del Señor suceder a Mons. Braulio Rodríguez Plaza”

El Arzobispo electo de Toledo, Mons. Francisco Cerro Chaves, se ha dirigido a través de un mensaje a todos los fieles de la Archidiócesis Primada en el mismo momento en que el Papa ha comunicado su nombramiento episcopal.

Este mensaje ha sido leído por Don Francisco Cerro en las dependencias del Palacio Episcopal de Cáceres.

Mons. Cerro Chaves pasa a ser, también, Administrador Apostólico de la diócesis de Coria-Cáceres.

A continuación el texto completo con las palabras de Don Francisco Cerro Chaves.

 

PALABRAS DEL ARZOBISPO ELECTO DE TOLEDO

27 de diciembre de 2019

Queridos hermanos y hermanas de la Archidiócesis de Toledo:

El Santo Padre Francisco me ha nombrado vuestro Obispo. Agradezco al Papa la confianza que deposita en mi persona y le expreso mi plena comunión con el Sucesor de Pedro. Entiendo que es voluntad de Dios y, por ello, la acepto con alegría a pesar de mi pobreza, confiando en Dios y en la Virgen María, que nos enseña a fiarnos del Dios de lo imposible.

Apoyado en la gracia de Dios y no en mis fuerzas voy a vosotros como padre y pastor, hermano y amigo de todos, aunque siento dejar la Diócesis de Coria-Cáceres en la que he sido tan feliz.

Rezo por vosotros y pido a Jesús, nacido en Belén, ser reflejo del Buen Pastor, que conoce y ama a sus ovejas. “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20, 28).

A ejemplo suyo solo quiero serviros y anunciaros el amor de Dios y de la Iglesia, especialmente a los necesitados, a los pobres y a los enfermos. Desde que fui ordenado sacerdote y después obispo he procurado ejercer el ministerio desde los sentimientos del Corazón de Cristo, así lo quiero seguir haciendo entre vosotros: ayudaros a conocer los secretos del Corazón de Jesús y a ver a las personas y los acontecimientos de la vida como Dios los ve, con amor misericordioso y tierno.

El Señor me envía a una Iglesia llena de historia, de vida y de frutos de santidad, con una gran tradición cristiana, con sacerdotes, religiosos y religiosas verdaderamente entregados a su vocación y laicos que trabajan con alegría e ilusión en la misión de la Iglesia. El papa Francisco nos recuerda siempre que solo podemos evangelizar desde la alegría, así podremos ser portadores de esperanza para el mundo.

Reconozco que es un regalo precioso del Señor suceder a monseñor Braulio Rodríguez Plaza, hermano y amigo desde hace muchos años en Valladolid, donde pude ser testigo, como sacerdote de ese querido presbiterio, de su abnegado servicio y entrega a la causa del Evangelio, de su fidelidad y de su cercanía.

Querido D. Braulio, le saludo con afecto y gratitud, del mismo modo que saludo a los hermanos obispos de la Provincia Eclesiástica de Toledo, a los señores Obispos de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Sigüenza-Guadalajara.

A los sacerdotes del Presbiterio de Toledo os dirijo un saludo y os manifiesto mi especial cariño, cuento con vuestra ayuda fraterna que tanto necesito para ejercer este ministerio.

Saludo a los miembros de la Vida Consagrada y me encomiendo de modo particular a la oración de las comunidades contemplativas de nuestra archidiócesis. No quiero olvidar a nuestros misioneros y misioneras que anuncian a Cristo en tierras lejanas, sirviendo a los pobres.

Saludo a todos los fieles laicos, a las familias, a los miembros de asociaciones y movimientos de apostolado seglar, a los catequistas, a los voluntarios de Cáritas, de Manos Unidas, y a todos cuantos en la Iglesia sirven en cualquiera de sus tareas pastorales y apostólicas.

Saludo a nuestros niños y jóvenes y a quienes trabajan en su formación. Son el futuro de la sociedad y de la Iglesia, de entre ellos seguirán saliendo las vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras que necesitamos, también de familias cristianas.

Envío un particular saludo a nuestros seminaristas y a los formadores de nuestro querido Seminario, donde yo mismo recibí mi formación sacerdotal.

Saludo respetuosamente a las autoridades civiles, políticas, militares y judiciales.

Queridos diocesanos: Os pido que me sostengáis con la oración para que sepa servir a todos como Cristo, que entregó la vida por nosotros y por todos los hombres en la Cruz.

Me pongo bajo la protección y auxilio de la Virgen María, Nuestra Señora del Sagrario, de San Ildefonso y de todos los santos que nacieron o vivieron en esta Iglesia de Toledo. Un saludo y un abrazo para todos.

¡Feliz y Santa Navidad!

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