El cerro Mogorro de La Nava de Ricomalillo, en el arciprestazgo de Belvís de la Jara, fue el escenario de la bendición del monumento al Sagrado Corazón de Jesús, cuya ceremonia fue presidida por el Arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro Chaves, en la que participó un nutrido grupo de sacerdotes, con la presencia del vicario episcopal de Talavera de la Reina, D. Juan María Pérez-Mosso, y del párroco de la localidad, D. Héctor J. Rodríguez de Rivera.
Se trata de una escultura de más de 35 toneladas y 8 metros de altura, cuyo escultor es el escultor extremeño Rodrigo Espada Belmonte, réplica de la efigie del Cristo que se encuentra en el brasileño cerro del Corcovado, de Río de Janeiro; fue colocada, en esta ubicación, el pasado mes de diciembre, gracias al trabajo conjunto de la comunidad parroquial y del ayuntamiento de Nava de Ricomalillo.
La solemne concelebración eucarística contó con el repertorio musical del coro parroquial y también con la agrupación musical “Hameli”, de Las Palmas de Gran Canaria, vinculada al párroco, quien es oriundo del archipiélago.
“Estamos aquí diciéndole a Jesús que reine en nuestros corazones”
Mons. Cerro manifestaba, en su homilía, la alegría desbordante por este evento en el que se bendecía “esta imagen tan preciosa del Corazón de Jesús“. En este sentido subrayaba la importancia del trabajo en equipo para llevar a cabo esta empresa: “Es como una orquesta, en la que cada uno tocando el instrumento, sin desafinar, hacen que se lleve a cabo una preciosidad como ésta”. Igualmente, ha recordado una de las promesas del Corazón de Cristo: “Allí donde es venerada su imagen y expuesta a la veneración y al amor, Dios bendice”.
En relación al año jubilar guadalupense, que se celebrará en 1926, el prelado ha indicado: “Muchos se pararán aquí a rezar o a tener un rato de oración o incluso a celebrar la Eucaristía, en su itinerario hacia Guadalupe”.
En palabras de don Francisco esta imponente imagen “es como una luz en la noche para peregrinos, para caminantes, para los que van en su coche, para los que van hacia arriba o hacia abajo (…) Cristo es la luz y Cristo con su corazón. Es una luz que ilumina a este mundo; en este mundo tan lleno de conflictos, de guerras de sufrimientos; ahí, Jesucristo ilumina el camino de todos los peregrinos“.
“Estamos aquí diciéndole a Jesús que reine en nuestros corazones, en el corazón de cada uno de nosotros” abundaba el Arzobispo de Toledo, quien también ha remachado: “Necesitamos siempre una imagen de Jesús que nos hable del amor de los amores y que nos invite a la reconciliación, a la paz, a caminar juntos, como decimos en nuestro sínodo diocesano”.
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