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Fallece, en Brasil, el sacerdote Heraldo del Evangelio, P. Gonzalo Raymundo

Archidiócesis de Toledo

El sacerdote Gonzalo Raymundo, Heraldo del Evangelio, ha fallecido, víctima de una enfermedad terminal, en la ciudad brasileña de Sao Paulo el pasado 12 de abril. Este sacerdote estaba vinculado con la Archidiócesis de Toledo porque vivió durante varios años en la casa que esta asociación privada internacional de fieles de derecho pontificio posee en la localidad de Camarenilla.

El P. Gonzalo Raymundo, durante sus años de apostolado en la archidiócesis, colaboró en diversas actividades organizadas por distintas parroquias, destacando, sobre todo, en las misiones marianas organizadas por muchas parroquias.

 

Breve semblanza

El P. Gonzalo nacía en la ciudad de San Sebastián en 1971; posteriormente cursó sus estudios en Zaragoza, São Paulo y en Roma; siendo ordenado diácono por el Cardenal Arzobispo de São Paulo, D. Odilo Pedro Scherer y sacerdote el 30 de septiembre de 2010.

D. Gonzalo residió durante muchos años en Camarenilla y allí además de dirigir el coro y la banda de música de los Heraldos del Evangelio, fue superior de la Casa. Organizó diversas Misiones Marianas en parroquias de la Archidiócesis, así como conciertos catequéticos en varios pueblos. También, como sacerdote, fue invitado a presidir la Eucaristía en fiestas patronales de algunas parroquias. “Era muy conocido y querido en nuestra archidiócesis de Toledo” subraya José Alberto Rugeles, Heraldo del Evangelio residente en Camarenilla.

Extraordinariamente dotado para la música, hizo de ella una herramienta de evangelización. En Roma prestó sus servicios en la Casa de Procura y los últimos años ha trabajado en Centroamérica como misionero en varios países. Allí, su fallecimiento ha producido una gran consternación.

“Enfrentó la enfermedad con resignación y gallardía, dando a quienes le cuidaron en sus últimos meses, ejemplo de fe, de entereza y de preocupación mayor por quienes le atendían que por sí mismo. Ofreció su vida por las necesidades de la Santa Iglesia, y en las manos maternales de María Santísima, a quien había consagrado su vida y su sacerdocio”. Así explica Rugeles los momentos de su enfermedad.

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