La parroquia de La Puebla de Montalbán ha acogido, el pasado 8 de mayo, una Misa de funeral con motivo de la inhumación de los restos óseos del siervo de Dios, don Matías Heredero, natural de esta población y quien fue martirizado el 23 de julio de 1936 en la ciudad de Toledo. Participaban los fieles de la parroquia, entre los que se encontraban familiares del que fuera párroco de esta población toledana.
La celebración eucarística fue presidida por el Arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro Chaves, quien utilizó para ello una casulla de color morado, propiedad del mártir.
Tras finalizar el funeral, se llevaba a cabo el traslado, en procesión, de la urna de reducción de los restos óseos del siervo de Dios, portado por uno de sus familiares, que fue ubicada en el cubículo preparado para su colocación, en el lugar donde se encuentra el retablo de otro de los sacerdotes martirizados en la persecución religiosa del siglo XX, el beato Domingo Sánchez Lázaro.
Semblanza de don Matías Heredero Ruiz
El siervo de Dios Matías Heredero Ruiz nació en la Puebla de Montalbán el 20 de abril de 1878. Tras realizar sus estudios en el Seminario Conciliar de Toledo fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1902. Después de varios destinos ejercerá por más de veinte años de cura propio de la parroquia de Santiago, de la villa de Noblejas.
Gran predicador, su nombre aparece en numerosas noticias sobre fiestas patronales o novenas, en las que se reclamaba la presencia de don Matías para escuchar su oratoria.
Cuando estalla la persecución religiosa en 1936, el siervo de Dios se encuentra circunstancialmente residiendo en casa de unos familiares en la ciudad de Toledo.
El postulador para la causa de los Mártires de la Archidiócesis de Toledo, D. Jorge López Teulón, explica que la ingenuidad le valió el martirio a don Matías:
Las hordas marxistas siguen atravesando las calles de la Ciudad Imperial para ejercer el control físico. Obligan a todos a poner colgaduras en los balcones. Don Matías se asoma al balcón y pregunta:
– ¿Colgaduras blancas o rojas?
Los milicianos observan que el que habla lleva sotana. Y, con gritos de alborozo, se llaman unos a otros.
-Aquí, otra pieza, otra pieza…
Con insultos le obligan a bajar. A empujones le roban el reloj y el dinero, que le sustraen de la cartera. Unos pocos metros más allá del domicilio, en la plaza del Pozo Amargo, es asesinado por el delito de ser sacerdote. Recibe la descarga, abrazado a su crucifijo, ante la mirada atónita de sus familiares, que cierran el visillo, llenos de miedo, pensando que después vendrán a por ellos. Pero los marxistas se marchan pronunciando un lacónico:
– Listo, otro menos
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