La Archidiócesis de Toledo ha celebrado este jueves, 8 de mayo, la festividad de san Juan de Ávila, patrón del clero español, coincidiendo con el jueves más cercano al día 10 de mayo, día de la celebración litúrgica del santo. De esta manera, la Catedral Primada acogía la jornada sacerdotal con motivo del Jubileo de la Esperanza, que ha sido presidida por el Arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro, uniéndose también los obispos eméritos de Segovia y Albacete, Mons. Ángel Rubio Castro y Mons. Ángel Fernández Collado, respectivamente.
Con este motivo se ha querido rendir homenaje a los presbíteros que cumplen 25, 50, 60 y 70 años de ministerio sacerdotal. El grupo sacerdotal que cumple las bodas de plata está formado por: Manuel Arnaldos Lozano; Pablo Delclaux y de Muller; José Luis Díaz-Mariblanca Sánchez; Daniel García del Pino; Alberto Arturo Gómez López ;Ignacio González Fernández; Mario González González; José Aurelio Jiménez Guillén; Francisco Martín-Vidales Carretero; José Antonio Melgar Muriana; Jorge Pastor Muñoz; Luis Petit Gralla y Enrique Rodríguez Torrejón
El sacerdote que cumple 50 años de ministerio es Bernardino Castro Gorgojo. Y son siete presbíteros los que han celebrado 60 años de sacerdocio: Agustín Brasero Sánchez; Amadeo Galán Cristina; José Luis Garzón Acevedo; Agustín Gutiérrez Pino; Francisco Marrupe Púa; Antonio Molina Caballero; Juan Sánchez Rodríguez.
El grupo de sacerdotes con 70 años de servicio ministerial son: Tomás Albacete Cámara; Primitivo Roldán Rielves y Juan Sánchez-Mayoral Pérez-Cejuela.
Tras la solemne concelebración eucarística en el Templo Primado, se desarrollaba una conferencia, en el Salón de Actos del Seminario Mayor, a cargo del sacerdote D. Ángel Corrochano, tras la cual se felicitaba y homenajeaba a todos los presbíteros que celebran su jubileo. El colofón fue la comida fraternal en el propio Seminario Mayor.
El sacerdote, amado por Dios de manera única
Mons. Francisco Cerro, al comienzo de la homilía, coincidiendo con el segundo día del cónclave para la elección del nuevo Pontífice ha pedido oraciones por este motivo, recordando que “la comunión con Pedro nunca es negociable; porque siempre es una comunión total y absoluta” y exhortando a “acoger siempre al que viene en el nombre del Señor”.
Igualmente, el prelado ha recordado su “afecto y cariño a todos y cada uno de los sacerdotes, especialmente a los que están enfermos y a los que están pasando momentos difíciles y también a los ancianos”.
Don Francisco ha indicado, al comienzo de su homilía que si “un sacerdote no descubre que ha sido amado por Dios de manera única, probablemente no responda únicamente con la entrega de su vida”.
De patrono del clero español, el Arzobispo de Toledo ha afirmado que “por donde pasaba convertía a todo el mundo, según las crónicas del momento”. Por eso ha invitado a meditar que “nuestro sacerdocio tiene una fuerza inmensa que tenemos que tratar de creernos“.
En relación a la vida sacerdotal, ha querido recordar la frase de José Luis Martín Descalzo: “Yo, sacerdotalmente, he dado agua fresca a las almas mientras que yo estaba por dentro seco”; subrayando que también san Juan de Ávila pasa por esta experiencia porque, en palabras del prelado, “es propio del que siga Cristo, experimentar en su vida también, a veces, la oscuridad; pero no no tengáis miedo (…) porque, a veces, nuestra mayor aportación al pueblo de Dios es permanecer en su amor (…) ser testigo y sal de la tierra y luz del mundo”.
“Que la bondad y la misericordia del Señor han acompañado todos los días de mi vida. Es esto es lo que pueden decir los que han cumplido 25, 50 y 60 años de vida sacerdotal y los que van cumpliendo años de sacerdocio” ha abundado Mons. Cero.
Don Francisco Cerro ha concluído su homilía pidiendo que al final de la vida de cada uno de los sacerdotes se pueda afirmar: “El Señor me ha acompañado todos los días de mi vida”.
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