El monasterio de santo Domingo el Antiguo acogía, en la tarde del pasado 16 de mayo, la presentación del libro “La Cruz. Árbol de Vida. Árbol de Ciencia”, cuya autora es Nuria Sáez Sánchez. Se trata de una biografía novelada sobre la mística cisterciense y fundadora del Monasterio de la Santa Cruz de Casarrubios del Monte, Madre María Evangelista de San Juan.
En el acto tomaron la palabra, además de la autora, el Arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro Chaves; el provicario general y vicario episcopal para la Vida Consagrada, D. Raúl Muelas Jiménez y la vicepostuladora de la causa de beatificación de Madre María Evangelista, la religiosa María José Pascual, O.Cist.
La autora explicaba que Madre Evangelista es una “de las autoras místicas más desconocidas de la espiritualidad del siglo XVII, pero a la vez una de las más destacadas y profundas. Sus escritos están siendo redescubiertos a través de múltiples investigaciones científicas desde hace una década tanto en España, como en Francia e Italia”.
Por su parte, Mons. Cerro, quien ha elaborado el prólogo de la obra, exponía que la publicación “no es simplemente una narración cronológica de los acontecimientos de la vida de M. María Evangelista; es una exploración profunda de su alma, una mirada literaria que revela el modo en que el sufrimiento y la cruz se convirtieron para ella en un auténtico árbol de vida y de ciencia. A través de cada capítulo, se nos alienta a caminar junto a ella, a sentir sus luchas, sus momentos de incertidumbre, sus victorias espirituales, y a experimentar de manera íntima su encuentro con la cruz como fuente de sabiduría y amor».
Semblanza de la sierva de Dios, María Evangelista
María Quintero Malfaz, conocida como madre María Evangelista, nació en 1591, en Cigales (Valladolid). Allí vivió el pronto fallecimiento de su padre y el despertar a la fe de la mano de su madre, que también la dejó siendo joven.
Desde adolescente sintió una fuerte llamada a la vida monástica, de la que le atraía de especial manera el rezo del Oficio Divino. Su hermano Antonio, que servía al Señor desde el sacerdocio, facilitó su entrada en el Monasterio de San Joaquín y Santa Ana de Valladolid. Su gran sueño se hacía realidad, pero el mismo día de su ingreso en la vida religiosa descubrió la gran prueba que le había preparado el Señor: fue admitida como hermana lega y no de coro, lo que entre otras cosas le privaba de su anhelo de rezar el Oficio Divino.
La madre María Evangelista pasó los diecisiete años siguientes de su vida en una lucha interna por conseguir su merecido lugar en el monasterio, años en los que se vio favorecida con innumerables gracias espirituales que quedan de manifiesto para todos nosotros en sus trascendentes escritos.
En 1627 consiguió que las autoridades religiosas le permitiesen, por fin, ser una hermana de coro, momento en el que inició una nueva vida que tuvo su punto culminante en otoño de 1634, cuando abandonó Valladolid para fundar el Monasterio de la Santa Cruz, en Casarrubios del Monte, donde falleció con fama de santidad en 1648.
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