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25 de octubre de 1926. Los restos de doña Teresa Enríquez son expuestos al público en el Palacio Pedro I (Foto: Parroquia de Torrijos)

El Papa Francisco declara Venerable a la sierva de Dios, doña Teresa Enríquez

JuanF Pacheco

El Papa Francisco ha autorizado, este mañana, la promulgación de los decretos que reconocen las virtudes heroicas de la sierva de Dios, doña Teresa Enríquez de Alvarado, conocida con el sobrenombre de “La Loca del Sacramento”. Igualmente, un sacerdote, tres religiosas y otra laica también han sido proclamados venerables.

 

 

Pionera de la Colegiata de Torrijos

Teresa Enríquez de Alvarado vive entre los siglos XV y XVI, llegando a ser dama de compañía de la reina Isabel de Castilla. Tuvo cuatro hijos y enviudó en 1503, momento en el que se traslada a Torrijos, llevando una vida austera y dedicada a los pobres, sobresaliendo en su trabajo apostólico por fomentar y reavivar el culto a la Eucaristía. Murió el 4 de marzo de 1529.

La Colegiata-Parroquia de Torrijos fue construida por mandato de doña Teresa Enríquez para servir de sede a la Archicofradía del Santísimo Sacramento, creada mediante bula del Papa Julio II. Su traza se atribuye a los hermanos Enrique y Antón Egas, con la participación del joven Alonso de Covarrubias. Las obras se iniciaron en 1509 y en 1518 se cubrieron las bóvedas y se celebró la primera misa que tuvo lugar el 3 de mayo.

Se puede descargar la revista publicada por la parroquia de Torrijos: aquí.

 

 

 

Doña Teresa Enríquez y la Orden de la Inmaculada Concepción

El monasterio de la Inmaculada Concepción de Torrijos pertenece a la orden monástica fundada por Santa Beatriz de Silva, la de la Inmaculada Concepción, fundada en Toledo y cuya regla fue aprobada por el Papa Julio II en 1511.

La fundación del monasterio de Torrijos tiene su origen en 1496 y es el primero de filiación directa del de la ciudad de Toledo. Su fundadora fue la Sierva de Dios, doña Teresa Enríquez, conocida también por el sobrenombre de “la loca del Sacramento”, como la llamó el papa Julio II por su profundo amor a la Eucaristía.

Desde el convento torrijeño indican que “Dª Teresa trajo de Ocaña tres beatas y, como abadesa, a la M. María de Calderón, discípula de santa Beatriz de Silva.” Este acontecimiento tenía lugar el 8 de mayo de 1496.

Al crecer la comunidad en número de vocaciones, se buscó una nueva casa y es en este momento cuando la sierva de Dios “donó un viejo palacio que Dª Teresa Enríquez había adquirido para su hijo Alfonso que falleció muy joven.”

La erección canónica de este monasterio tendría lugar el 11 de julio de 1507. Posteriormente, el papa Julio II, en 1511, concede a la comunidad de concepcionistas una regla propia.

Desde el actual monasterio subrayan la vitalidad que tuvo esta comunidad contemplativa puesto que “en 1515 diez monjas de esta comunidad fueron a fundar el de Almería y otras tres habían colaborado en 1512 en la fundación del Monasterio de “La Latina” en Madrid”. En total tuvieron lugar siete fundaciones, durante los 50 primeros años de existencia de este monasterio.

 

Actual monasterio de las Madres Concepcionistas

 

El cuerpo de Doña Teresa Enríquez, en el Monasterio de Torrijos

Cuando muere la venerable sierva de Dios, su cuerpo fue depositado en otro de los conventos que ella misma fundó, el de los Padres Franciscanos. A partir de 1808, se trasladan los restos mortales de la sierva de Dios al convento de las Madres Concepcionistas.

En 1922, con ocasión del cambio de caja que albergara el cuerpo de Dª Teresa, se pudo comprobar que el cuerpo de la sierva de Dios estaba incorrupto.

El edificio originario, tras la guerra civil española, quedó en estado de ruina. Posteriormente fue adquirido por el ayuntamiento de la localidad.

Tras un período de permanencia en el monasterio de La Puebla de Montalbán, la comunidad volvió a Torrijos, gracias a la donación de un terreno por parte de un matrimonio torrijeño.

Desde 1975, el Monasterio de la Inmaculada Concepción se ubica en la calle Virgen del Rosario de la localidad. El día 25 de mayo de ese año, fue consagrado el altar de la capilla por parte del entonces arzobispo, cardenal D. Marcelo González Martín.

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