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Sagradas Órdenes. “Quien no sufre con Cristo; quien no resiste, cae.”

El Arzobispo de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, presidía ayer, 7 de julio, la solemne Misa en la que confirió las sagradas órdenes a un grupo de seminaristas. Fueron un total de 9 sacerdotes y 10 diáconos, alumnos del Seminario Mayor “San Ildefonso” los que recibieron el sagrado orden del diaconado y del presbiterado.

Junto al Primado concelebraban el obispo de Albacete, Mons. Ángel Fernández Collado y el obispo emérito de Segovia, Mons. Ángel Rubio Castro. Igualmente, participaron en la solemne concelebración eucarística el Cabildo Primado, los formadores de los distintos Seminarios y Casas de Formación Sacerdotal, los párrocos de los nuevos sacerdotes y diáconos, junto a un nutrido grupo de sacerdotes.

Los nuevos diáconos son los siguientes: Arturo Carmona Cogollo, Sergio Cebrián Fuentes, Jesús Juan Lorenzo, Rubén Medina Muñoz, Pablo Molina Manzanares, Juan Leonardo Pollicino Martínez, Héctor Jesús Rodríguez de Rivera Socorro, José Javier Sánchez-Vallejo González, José Nazario Vaquero Sepúlveda y Álvaro de Riba Soler.

El grupo de los nueve sacerdotes está formado por: David de Blas Martín, José Santiago Casas Lara, Sergio Félix Gómez, Juan García del Rincón Miranda, Francisco Jesús Serrano Trigo, Javier Sola García, Óscar Torres Manzanares, Jesús Antonio Torres de la Peña y Francisco Javier José Recabarren Vial.

Don Braulio comenzaba su homilía saludando a los familiares, amigos y de manera especial a toda la familia de los Seminarios Diocesanos: “Gracias, pues, a cuantos constituís el Seminario: formadores, profesores, parroquias y párrocos que ayudáis en la formación, Cabildo de Catedral, Presbiterio entero.”

 

El Arzobispo de Toledo durante la proclamación del Evangelio

 

Sin élites ni corporativismos

Proseguía el Primado hablando de lo que constituía la gracia sacramental del Orden del Diaconado y Presbiterado: “Vemos realizarse esta paz y misericordia en la Madre Iglesia hoy, en esta gracia sacramental que reciben nuestros hermanos. Es gracia para ellos, pero, sobre todo, para los demás. No hay élites ni corporativismos en el Pueblo de Dios: hay quienes reciben la Palabra de Cristo, le reciben a Él, que es Verbo, y lo expanden con la ayuda divina.”

 

Momento de la imposición de manos a los nuevos presbíteros

 

De la oración depende el fruto

El Primado sirviéndose del Evangelio del Domingo XIV del Tiempo Ordinario se dirigía de la siguiente manera a los ordenandos: “Vosotros, a pesar de vuestra condición de segadores, debéis orar, y de vuestra oración depende, en buena medida, el fruto. No os debe resultar tampoco extraña la prohibición de no saludar a nadie en el camino, aunque se trate, sin embargo, de una expresión figurada para indicar la prisa que debe tener el discípulo en el cumplimiento de su misión; indican también estas palabras de Jesús que no debéis dejaros detener por nada ni entretenerse en conversaciones inútiles o controversias que llevan a ninguna parte.”

Igualmente, Don Braulio, abordaba la audacia necesaria para el ministerio sagrado: “Queridos ordenandos: no me gustaría que olvidáramos que la audacia cristiana en dirigirnos a los que somos enviados no procede nunca de que nosotros seamos superiores a aquellos a los que nos dirigimos para persuadirlos con nuestra “sabiduría”. La audacia cristiana en la predicación y la misión procede de la confianza absoluta en el poder de Dios, nunca en que nosotros somos “los que sabemos”.

 

Grupo de los nuevos diáconos

 

Apoyarse en lo firme

Mons. Rodríguez Plaza tuvo palabras de especial dedicación para los nuevos diáconos y sacerdotes: “Sabéis perfectamente a que os obligáis en vuestra ordenación, con la libertad necesaria para ello; pero no penséis que basta sentir hoy una alegría inmensa. Sería raro que no sintierais alegría; sin embargo, ahí no está vuestra seguridad. Hay que apoyarse en lo firme. Ya no valen poner las esperanzas en el próximo curso del Seminario, porque éste ha acabado.”

 

9 nuevos sacerdotes

 

Que no sufre con Cristo, cae

Mons. Rodríguez Plaza insistía en la necesidad de centrarse en el poder de la Cruz de Cristo: “En 32 años de obispo he visto muchas maneras de organizar la vida ministerial de los que he ordenado. Quien no sufre con Cristo; quien no resiste, cae. La certeza, de la que antes hablaba, se centra en que Cristo murió por nosotros. Es el gran poder de la Cruz el que da nueva dimensión a todos los criterios humanos, y una nueva luz sobre cómo vivir a gracia que hoy recibís en el mundo como vuestra misión. En la Cruz, Cristo ha vencido al mundo.”

 

Los nuevos sacerdotes posan junto a los obispos concelebrantes en la Misa

 

No hacer separaciones entre lo espiritual y lo humano

El Arzobispo alentaba así al grupo de ordenados: “Esperamos mucho de vosotros. ¡Cómo no! Vamos a pedir por vosotros, entráis en el Presbiterio de esta Diócesis, pero solo vosotros habéis de vivir la realidad de vuestra vocación con realismo y sin hacer separaciones entre lo espiritual y lo humano. Vamos a rezar por vosotros: nos va mucho en ello. Por eso confiamos vuestras personas a la Madre todopoderosa, a su intercesión virginal.”

 

Para acceder al texto íntegro de la homilía el Arzobispo de Toledo: pinchar aquí.

 

 

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