Durante la Jornada de Inicio de Curso Pastoral, celebrada este sábado 4 de octubre, en la toledana parroquia de san Julián, el vicario episcopal para Laicos, Familia y Vida, D. Enrique del Álamo, llevaba a cabo la presentación de la Carta Pastoral “Volver al Amor Primero” que aborda el itinerario que se va a llevar a cabo durante el XXVI Sínodo Diocesano que la Archidiócesis de Toledo está viviendo.
A continuación compartimos el texto íntegro de la presentación realizada por el párroco de san Julián y vicario episcopal, D. Enrique del Álamo.
“UNA INVITACIÓN A RENOVARNOS POR DENTRO”
Me han pedido nuestros obispos que presente yo la Carta Pastoral que nos han escrito al comienzo de este curso a toda la comunidad diocesana. Os Confieso que cuando me dijeron por WhatsApp lo primero que hice fue poner los emoticonos de cara asustada. ¿Yo presentar la Carta de los Obispos? Si están ellos, los que la han escrito, aquí delante… pero bueno. Somos hijos de obediencia y así lo haré. D. Francisco, D. Francisco-Cesar, si algo no digo bien o no expreso todo lo que nos quieren decir en su carta, les pido que me corrijan. Lo hago con humildad y docilidad.
Hoy comenzamos un nuevo curso pastoral. Es siempre un momento de gracia, una oportunidad para reavivar nuestra esperanza, para mirar hacia adelante con ilusión y para recordar juntos qué es lo verdaderamente esencial en nuestra vida cristiana. En este inicio de curso, nuestros obispos nos han regalado una carta preciosa, que han querido titular con unas palabras que son, en sí mismas, un programa de vida: “Volver al Amor Primero”.
Ese es el gran reto que tenemos todos: volver al punto de partida, al momento en el que descubrimos la alegría de la fe, cuando el corazón ardía por Jesús, cuando lo veíamos todo con ojos nuevos. El libro del Apocalipsis lo expresa con fuerza: “Tengo contra ti que has abandonado tu primer amor. Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras” (Ap 2, 4-5).
No es un reproche frío ni una condena. Es una llamada llena de ternura, la voz del Señor que nos recuerda que el amor verdadero no puede apagarse, que merece la pena redescubrir lo más hondo y auténtico de nuestra fe.
Esta Carta Pastoral nos invita a algo muy sencillo y al mismo tiempo profundamente transformador: detenernos un momento, mirar nuestra vida a la luz de la fe y preguntarnos con sinceridad cómo estamos viviendo nuestro encuentro con Cristo.
¿Nuestra fe es hoy una alegría o una rutina? ¿Nuestras comunidades respiran fraternidad, entusiasmo y esperanza, o nos hemos acostumbrado al cansancio y al desánimo? ¿Somos capaces de transmitir la belleza del Evangelio a los más jóvenes, a las familias, a los que buscan sin saberlo?
Estas preguntas no están pensadas para agobiarnos ni para sentirnos culpables. Son preguntas que nacen del amor, porque solo quien ama de verdad se atreve a decirnos: “Vuelve al primer amor”. Y ese primer amor es Jesús mismo, que sigue esperándonos, que sigue llamando a la puerta de nuestro corazón, que sigue dándonos la fuerza para caminar.
Nuestros obispos nos recuerdan con gratitud todo lo bueno que ya existe en nuestra diócesis: parroquias vivas, laicos entregados, consagrados generosos, familias que transmiten la fe con sencillez, obras de caridad silenciosas que sostienen a tantos. Pero también nos invitan a no cerrar los ojos a las dificultades: el riesgo de vivir divididos, el cansancio que nos apaga, la falta de relevo en algunos lugares, la tentación de acostumbrarnos a la fe y perder el ardor de los comienzos.
Por eso, la carta no es un análisis frío ni un simple documento administrativo. Es una llamada al corazón, una invitación a renovarnos por dentro, a orar más, a reconciliarnos más, a vivir la Eucaristía con más hondura, a abrirnos a los demás con alegría y esperanza. Es, en definitiva, una llamada a que cada uno de nosotros y cada comunidad parroquial vuelva a encender la llama del amor primero.
Queridos hermanos, este curso pastoral lo tenemos que vivir con esa clave: no se trata de hacer más cosas, sino de hacerlas con un corazón nuevo. No se trata de complicarnos con programas interminables, sino de volver a lo esencial: la fe, la esperanza y la caridad vividas con frescura. No se trata de mirar con miedo al futuro, sino de caminar confiados, porque el Señor que nos llamó una vez, sigue siendo fiel y nos vuelve a llamar.
Hoy, al presentar esta Carta Pastoral de nuestros obispos, quiero invitaros de todo corazón a leerla, a meditarla, a comentarla en vuestras parroquias, en vuestras familias, en vuestros grupos. Que no sea un texto que se queda guardado en un cajón, sino una palabra que nos acompañe en este curso y que nos ayude a vivir con entusiasmo nuestra vocación cristiana.
Pidamos a la Virgen María, en esta casa Nuestra Señora de los Infantes, que nos ayude a recordar siempre aquel primer amor, y que nos enseñe a vivirlo con renovada fidelidad y alegría.
Que este curso pastoral sea para toda la archidiócesis un tiempo de gracia, de reencuentro con lo esencial y de renovación en el Señor.
© Copyright 2017 Arzobispado de Toledo | Aviso Legal | Política de Privacidad | Cookies